Yo no sé bien qué les vemos. Algo, evidentemente, les vemos.
Ellos, los otros, son los que más de una vez nos rompieron el corazón, nos llenaron de alegrías, nos hicieron ruborizar, nos elevaron al status de diosas y también nos bajaron de un ondazo.
Ellos, los otros, son un espécimen sin demasiadas sorpresas. Ya medio les agarramos la mano. Ya sabemos de qué lado masca la iguana... pero siguen sorprendiéndonos.
Mi él, mi otro, me sorprendió por primera vez una tarde de invierno mexicano. (o sea un otoño argentino). No hacía taaanto frío, ni soplaba viento del sur, ni había onda polar con sensación térmica bajo cero. No, no. Pero cuando yo le pedí que pusiera a lavar la ropa en el LAVAROPAS!!! (no sé que hubiera pasado si le decía que lavara la ropa a mano...) Él dijo:
- Me duele la garganta, tengo anginas.... no ves que no puedo hacer nada?!!!! (sic.)
Yo me quedé parada en medio del living (argentinismo que refiere a la "sala" mexicana), inmovilizada ante tal verdad revelada. Por poco y cómo si se me hubiera anunciado el arcangel gabriel. Ahí fue cuando el telón de HOMBRE se desplomó.
Mi otro, no era mas que otro niño al que había que apapachar (mexicanismo que refiere a la acción de hacer mimos). Prepararle la sopa de pollo cuando esta enfermo, y mandarlo a la cama cuando tiene fiebre, aún cuando el termómetro marque 37.3.
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